Representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en Iztapalapa
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Ámbitos representados por el elemento
Artes de la Representación
Prácticas sociales, rituales y actos festivos
Técnicas Artesanales (Artes y oficios tradicionales)
Prácticas sociales, rituales y actos festivos
Técnicas Artesanales (Artes y oficios tradicionales)
Ubicación geográfica y alcance del elemento
d) Ubicación(es) física(s) donde se desarrolla el elemento: Abarca los Ocho Barrios originarios de Iztapalapa: San Lucas, San Pedro, San Miguel, San Pablo, San Ignacio, San José, La Asunción y Santa Bárbara, ubicados en el centro de la demarcación territorial Iztapalapa, en la Ciudad de México.
Así como el Predio de la Pasión y Museo Fuego Nuevo en el Cerro de la Estrella y av. Ermita Alta.
Descripción del elemento
La Representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en Iztapalapa es una tradición que une la fe y la participación comunitaria de los Ocho Barrios originarios de Iztapalapa conformados por los medios pueblos de Axomulco y Atlalilco.
Se lleva a cabo en estos mismos Ocho Barrios: San Lucas, San Pedro, San Miguel, San Pablo, San Ignacio, San José, La Asunción y Santa Bárbara, ubicados en el centro de la demarcación territorial Iztapalapa, en la Ciudad de México; así como, en la avenida Ermita Alta, el Predio de la Pasión y el Museo Fuego Nuevo en el Cerro de la Estrella.
Esta tradición comenzó en 1833, como el cumplimiento de una promesa hecha por los vecinos al Señor de la Cuevita si ponía fin a la mortífera epidemia del cólera morbus que azotó a la Cuenca de México. Al parar la epidemia, los iztapalapenses prometieron celebrar una procesión año con año, como agradecimiento.
Diez años después, en 1843, inspirada en el teatro evangelizador, se dio inició a la Representación, con el mismo propósito de agradecer el milagro, al tiempo que se rescataba la memoria histórica y cultural de las enseñanzas de los evangelizadores, enmarcadas en el culto católico. Desde entonces, ha presentado diversas transformaciones y se ha convertido en una expresión cultural de religiosidad popular local que aporta un sentido de pertenencia e identidad común a toda la población de los Ocho Barrios centrales de Iztapalapa.
La Representación requiere de la profunda estructura y participación comunitaria encabezada por el Comité Organizador de Semana Santa en Ixtapalapa A.C. Se extiende más allá del periodo que va del Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección y se desarrolla en varias etapas.
Comienza en diciembre del año previo, con la convocatoria a la comunidad para ser parte del elenco de actores, y continúa en enero con la selección de los integrantes de la comunidad que participarán en la interpretación. En paralelo, se trabaja en los preparativos logísticos, escenográficos, musicales y de vestuario.
La Representación, como tal, inicia el Domingo de Ramos, con una procesión por los Ocho Barrios y continúa con la conmemoración de la entrada de Jesús en Jerusalén y su aclamación como Hijo de Dios, en la Parroquia de San Lucas. También se escenifican diversos pasajes bíblicos, como La sanación de los leprosos y La presentación de los niños ante Jesús, en la Macroplaza del Jardín Cuitláhuac; así como, La expulsión de los mercaderes y La salvación de la adúltera, en la Catedral de Iztapalapa, donde, además, un representante eclesiástico bendice los ramos de manzanilla, el pan y las palmas de los actores y población en general.
El Martes Santo, se escenifican Las Bienaventuranzas, en el Cerro de la Estrella y La Resurrección de Lázaro, en la Catedral de Iztapalapa.
El Jueves Santo se realiza un recorrido por los Ocho Barrios y se recrea La Última Cena, en la Macroplaza del Jardín Cuitláhuac. Mientras que, en el Cerro de la Estrella, se representan El lavado de pies a los Apóstoles por parte de Jesús y La tentación de Luzbel. Además, se escenifican La conspiración de los sacerdotes en contra de Jesús, y La venta y aprehensión de Jesús, en la Macroplaza del Jardín Cuitláhuac.
El Viernes Santo, inicia con un recorrido por los Ocho Barrios y luego se escenifican El juicio y la sentencia de Jesús, en la Macroplaza; el viacrucis, por las calles del centro de Iztapalapa y La crucifixión, en el Cerro de la Estrella. En el Sábado de Gloria, Jesús resucita en la Macroplaza y el Comité Organizador agradece públicamente a la comunidad de Iztapalapa y a las autoridades civiles y eclesiásticas por su contribución para que la Representación sea posible.
Finalmente, en el Domingo de Resurrección, se da una convivencia comunitaria en la Casa de los Ensayos, entre los integrantes del Comité Organizador y los jóvenes que interpretaron un papel en la Representación.
Esta Representación de la Semana Santa en Iztapalapa constituye una práctica cultural que integra y representa significativamente a los habitantes de los Ocho Barrios originarios de Iztapalapa, quienes afirman tener en ésta su identidad y el pilar fundamental de su vida a nivel personal y comunitario.
Si bien se trata de una expresión cultural que tiene su génesis y fundamento en los cánones religiosos de la Iglesia Católica y que su organización fue inicialmente dirigida por las autoridades eclesiásticas locales, su realización actual corresponde a una práctica cultural apropiada de manera profunda y completa por la comunidad que la ha sostenido, mediante la transmisión intergeneracional, a lo largo de 180 años.
Se lleva a cabo en estos mismos Ocho Barrios: San Lucas, San Pedro, San Miguel, San Pablo, San Ignacio, San José, La Asunción y Santa Bárbara, ubicados en el centro de la demarcación territorial Iztapalapa, en la Ciudad de México; así como, en la avenida Ermita Alta, el Predio de la Pasión y el Museo Fuego Nuevo en el Cerro de la Estrella.
Esta tradición comenzó en 1833, como el cumplimiento de una promesa hecha por los vecinos al Señor de la Cuevita si ponía fin a la mortífera epidemia del cólera morbus que azotó a la Cuenca de México. Al parar la epidemia, los iztapalapenses prometieron celebrar una procesión año con año, como agradecimiento.
Diez años después, en 1843, inspirada en el teatro evangelizador, se dio inició a la Representación, con el mismo propósito de agradecer el milagro, al tiempo que se rescataba la memoria histórica y cultural de las enseñanzas de los evangelizadores, enmarcadas en el culto católico. Desde entonces, ha presentado diversas transformaciones y se ha convertido en una expresión cultural de religiosidad popular local que aporta un sentido de pertenencia e identidad común a toda la población de los Ocho Barrios centrales de Iztapalapa.
La Representación requiere de la profunda estructura y participación comunitaria encabezada por el Comité Organizador de Semana Santa en Ixtapalapa A.C. Se extiende más allá del periodo que va del Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección y se desarrolla en varias etapas.
Comienza en diciembre del año previo, con la convocatoria a la comunidad para ser parte del elenco de actores, y continúa en enero con la selección de los integrantes de la comunidad que participarán en la interpretación. En paralelo, se trabaja en los preparativos logísticos, escenográficos, musicales y de vestuario.
La Representación, como tal, inicia el Domingo de Ramos, con una procesión por los Ocho Barrios y continúa con la conmemoración de la entrada de Jesús en Jerusalén y su aclamación como Hijo de Dios, en la Parroquia de San Lucas. También se escenifican diversos pasajes bíblicos, como La sanación de los leprosos y La presentación de los niños ante Jesús, en la Macroplaza del Jardín Cuitláhuac; así como, La expulsión de los mercaderes y La salvación de la adúltera, en la Catedral de Iztapalapa, donde, además, un representante eclesiástico bendice los ramos de manzanilla, el pan y las palmas de los actores y población en general.
El Martes Santo, se escenifican Las Bienaventuranzas, en el Cerro de la Estrella y La Resurrección de Lázaro, en la Catedral de Iztapalapa.
El Jueves Santo se realiza un recorrido por los Ocho Barrios y se recrea La Última Cena, en la Macroplaza del Jardín Cuitláhuac. Mientras que, en el Cerro de la Estrella, se representan El lavado de pies a los Apóstoles por parte de Jesús y La tentación de Luzbel. Además, se escenifican La conspiración de los sacerdotes en contra de Jesús, y La venta y aprehensión de Jesús, en la Macroplaza del Jardín Cuitláhuac.
El Viernes Santo, inicia con un recorrido por los Ocho Barrios y luego se escenifican El juicio y la sentencia de Jesús, en la Macroplaza; el viacrucis, por las calles del centro de Iztapalapa y La crucifixión, en el Cerro de la Estrella. En el Sábado de Gloria, Jesús resucita en la Macroplaza y el Comité Organizador agradece públicamente a la comunidad de Iztapalapa y a las autoridades civiles y eclesiásticas por su contribución para que la Representación sea posible.
Finalmente, en el Domingo de Resurrección, se da una convivencia comunitaria en la Casa de los Ensayos, entre los integrantes del Comité Organizador y los jóvenes que interpretaron un papel en la Representación.
Esta Representación de la Semana Santa en Iztapalapa constituye una práctica cultural que integra y representa significativamente a los habitantes de los Ocho Barrios originarios de Iztapalapa, quienes afirman tener en ésta su identidad y el pilar fundamental de su vida a nivel personal y comunitario.
Si bien se trata de una expresión cultural que tiene su génesis y fundamento en los cánones religiosos de la Iglesia Católica y que su organización fue inicialmente dirigida por las autoridades eclesiásticas locales, su realización actual corresponde a una práctica cultural apropiada de manera profunda y completa por la comunidad que la ha sostenido, mediante la transmisión intergeneracional, a lo largo de 180 años.
Funciones sociales y culturales
La Representación de la Semana Santa en Iztapalapa constituye una práctica cultural que integra y representa significativamente a los habitantes de los Ocho Barrios originarios de Iztapalapa, quienes afirman tener en esta expresión su identidad, su orgullo y el pilar fundamental de su vida a nivel personal y comunitario.
En este punto, es esencial subrayar que si bien se trata de una expresión cultural que tiene su génesis y fundamento en los cánones religiosos de la Iglesia Católica y que su organización fue inicialmente dirigida por las autoridades eclesiásticas locales, su realización actual corresponde a un proceso organizativo netamente comunitario que ha sido el resultado de la evolución misma de la expresión, llevándola de ser un acto litúrgico dirigido por la Iglesia, a ser una práctica cultural apropiada de manera profunda y completa a nivel comunitario.
Como resultado de esto, y para efecto de la continuidad de su práctica por casi 180 años, se han integrado distintos tipos de organización comunitaria, tanto formal como no formal. Por un lado, está el Comité Organizador de Semana Santa en Ixtapalapa, A.C. (COSSIAC), cuya estructura y funcionamiento, actualmente, están muy bien definidos, como se ha precisado antes, así como los criterios para formar parte de él, entre los que destacan los elementos de identidad, historia común y de transmisión intergeneracional, como el hecho de que quienes lo conforman son descendientes de la primera generación que en 1843 realizó su primera representación ritual de agradecimiento al Señor de la Cuevita por el milagro de sobrevivir a la epidemia mortal del cólera morbus, mencionada en distintos momentos en el cuerpo de este instrumento.
La organización se amplía y fortalece a través de otras formas de participación comunitaria que van de un voluntariado fijo (como por ejemplo, los propietarios de la Casa de los Ensayos y los miembros de las sociedades que se encargan de la escenografía de las caídas), así como la participación espontánea de diferentes sectores de la población local para efectuar actividades necesarias antes, durante y después de la Representación, como el barrido de calles, el arreglo de fachadas de las casas, el ofrecimiento de agua o fruta a los actores durante las procesiones, los que colaboran en la confección de los escenarios y los comerciantes, fijos y semifijos, que apoyan económicamente y acceden a suspender la vendimia para despejar las calles por donde se llevan a cabo las procesiones y que también ocupan los espectadores.
Lo anterior da cuenta de que la población local de los Ocho Barrios de Iztapalapa, prácticamente en su totalidad, es parte importante del proceso colectivo de la Representación y pone de manifiesto el nivel de identificación y reapropiación comunitaria de ésta como parte de su patrimonio cultural, así como el compromiso para llevar a cabo su salvaguardia.
De esta manera, la Representación se ha convertido en el eje en torno al cual se estructuran diversas relaciones sociales e intergeneracionales que contribuyen al fortalecimiento de la cohesión social y al ejercicio de derechos culturales, con base en valores de la tradición religiosa que lo sustenta —y que enlaza la vida cotidiana con lo sagrado— así como otros valores sociales como la solidaridad, la honestidad, la empatía, el respeto, el sentido de responsabilidad y la búsqueda del bien común.
Por otro lado, el proceso de organización comunitaria de la Representación constituye un espacio de intercambio intergeneracional y de transmisión de conocimientos y experiencia de las personas mayores a los más jóvenes, como una medida para salvaguardar la tradición y sobre la cual los portadores tienen plena conciencia y respeto de su efectividad.
De este modo se ha logrado mantener el trasfondo simbólico y religioso de la práctica, además de realizar la adaptación de elementos contemporáneos, no sólo desde el punto de vista estético, sino en el uso de materiales sustentables en las escenografías y vestuarios. Esta actualización toca también la puesta en valor y el reconocimiento, por ejemplo, del papel de la mujer en la realización, en la toma de decisiones y en la gestión no sólo de la Representación en sí misma, entendiéndola como el ciclo ritual que va del Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección, sino de todo el complejo organizacional y sustantivo comunitario que gira en torno a la manifestación y que le ha dotado de la carga y fuerza simbólica identitaria que tiene hoy en día para los habitantes de los Ocho Barrios originarios de Iztapalapa.
En este sentido, es importante también señalar que, si bien en términos de la participación directa en la organización, la paridad de género aún no es visible, sí lo es respecto del reconocimiento generalizado sobre el importante papel que han jugado y juegan las esposas, madres e hijas en la preservación de la Representación.
Por otro lado, en tanto se trata de una tradición vinculada al ceremonial de la religión católica, en torno a la Representación de la Semana Santa en Iztapalapa se han creado dinámicas de intercambio de experiencias, diálogo y colaboración con otras expresiones similares propias de la época, como con las representaciones de Semana Santa, en la Ciudad de México: de las alcaldías de Cuajimalpa, Milpa Alta y Miguel Hidalgo y de colonias como Peñón de los Baños, Tenorios y Culhuacán. En el Estado de México, con representaciones de los municipios de Ocoyoacac, San Mateo Oxtotitlán, Hueypoxtla, Los Remedios Naucalpan, Santiago Achualtepec, Santiago Tlacotepec, Cuautepec y Jiquipilco; y en otros estados como el Viacrucis de Chiltepec, Oaxaca; y las Semanas Santas de Taxco, Guerrero y de Nayarit.
Lo anterior es significativo, ya que da cuenta de la importancia extendida que tiene la Representación de la Semana Santa en Iztapalapa, al punto de haberse convertido en una referencia de organización y liderazgo comunitario. Esto se suma a su vinculación con otras expresiones culturales, principalmente en el ámbito de las artes y oficios tradicionales artesanales, como los implicados en la elaboración de la corona de espinas y de la cruz que utiliza el personaje de Jesús, así como la orfebrería en latón que se usa para la manufactura de diversos utensilios y ornamentos que son empleados tanto por los personajes como en la escenografía y ambientación. La visibilización y puesta en valor de la importancia de estos elementos para la Representación, sin duda contribuyen al fortalecimiento y preservación de dichas técnicas.
En este punto, es esencial subrayar que si bien se trata de una expresión cultural que tiene su génesis y fundamento en los cánones religiosos de la Iglesia Católica y que su organización fue inicialmente dirigida por las autoridades eclesiásticas locales, su realización actual corresponde a un proceso organizativo netamente comunitario que ha sido el resultado de la evolución misma de la expresión, llevándola de ser un acto litúrgico dirigido por la Iglesia, a ser una práctica cultural apropiada de manera profunda y completa a nivel comunitario.
Como resultado de esto, y para efecto de la continuidad de su práctica por casi 180 años, se han integrado distintos tipos de organización comunitaria, tanto formal como no formal. Por un lado, está el Comité Organizador de Semana Santa en Ixtapalapa, A.C. (COSSIAC), cuya estructura y funcionamiento, actualmente, están muy bien definidos, como se ha precisado antes, así como los criterios para formar parte de él, entre los que destacan los elementos de identidad, historia común y de transmisión intergeneracional, como el hecho de que quienes lo conforman son descendientes de la primera generación que en 1843 realizó su primera representación ritual de agradecimiento al Señor de la Cuevita por el milagro de sobrevivir a la epidemia mortal del cólera morbus, mencionada en distintos momentos en el cuerpo de este instrumento.
La organización se amplía y fortalece a través de otras formas de participación comunitaria que van de un voluntariado fijo (como por ejemplo, los propietarios de la Casa de los Ensayos y los miembros de las sociedades que se encargan de la escenografía de las caídas), así como la participación espontánea de diferentes sectores de la población local para efectuar actividades necesarias antes, durante y después de la Representación, como el barrido de calles, el arreglo de fachadas de las casas, el ofrecimiento de agua o fruta a los actores durante las procesiones, los que colaboran en la confección de los escenarios y los comerciantes, fijos y semifijos, que apoyan económicamente y acceden a suspender la vendimia para despejar las calles por donde se llevan a cabo las procesiones y que también ocupan los espectadores.
Lo anterior da cuenta de que la población local de los Ocho Barrios de Iztapalapa, prácticamente en su totalidad, es parte importante del proceso colectivo de la Representación y pone de manifiesto el nivel de identificación y reapropiación comunitaria de ésta como parte de su patrimonio cultural, así como el compromiso para llevar a cabo su salvaguardia.
De esta manera, la Representación se ha convertido en el eje en torno al cual se estructuran diversas relaciones sociales e intergeneracionales que contribuyen al fortalecimiento de la cohesión social y al ejercicio de derechos culturales, con base en valores de la tradición religiosa que lo sustenta —y que enlaza la vida cotidiana con lo sagrado— así como otros valores sociales como la solidaridad, la honestidad, la empatía, el respeto, el sentido de responsabilidad y la búsqueda del bien común.
Por otro lado, el proceso de organización comunitaria de la Representación constituye un espacio de intercambio intergeneracional y de transmisión de conocimientos y experiencia de las personas mayores a los más jóvenes, como una medida para salvaguardar la tradición y sobre la cual los portadores tienen plena conciencia y respeto de su efectividad.
De este modo se ha logrado mantener el trasfondo simbólico y religioso de la práctica, además de realizar la adaptación de elementos contemporáneos, no sólo desde el punto de vista estético, sino en el uso de materiales sustentables en las escenografías y vestuarios. Esta actualización toca también la puesta en valor y el reconocimiento, por ejemplo, del papel de la mujer en la realización, en la toma de decisiones y en la gestión no sólo de la Representación en sí misma, entendiéndola como el ciclo ritual que va del Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección, sino de todo el complejo organizacional y sustantivo comunitario que gira en torno a la manifestación y que le ha dotado de la carga y fuerza simbólica identitaria que tiene hoy en día para los habitantes de los Ocho Barrios originarios de Iztapalapa.
En este sentido, es importante también señalar que, si bien en términos de la participación directa en la organización, la paridad de género aún no es visible, sí lo es respecto del reconocimiento generalizado sobre el importante papel que han jugado y juegan las esposas, madres e hijas en la preservación de la Representación.
Por otro lado, en tanto se trata de una tradición vinculada al ceremonial de la religión católica, en torno a la Representación de la Semana Santa en Iztapalapa se han creado dinámicas de intercambio de experiencias, diálogo y colaboración con otras expresiones similares propias de la época, como con las representaciones de Semana Santa, en la Ciudad de México: de las alcaldías de Cuajimalpa, Milpa Alta y Miguel Hidalgo y de colonias como Peñón de los Baños, Tenorios y Culhuacán. En el Estado de México, con representaciones de los municipios de Ocoyoacac, San Mateo Oxtotitlán, Hueypoxtla, Los Remedios Naucalpan, Santiago Achualtepec, Santiago Tlacotepec, Cuautepec y Jiquipilco; y en otros estados como el Viacrucis de Chiltepec, Oaxaca; y las Semanas Santas de Taxco, Guerrero y de Nayarit.
Lo anterior es significativo, ya que da cuenta de la importancia extendida que tiene la Representación de la Semana Santa en Iztapalapa, al punto de haberse convertido en una referencia de organización y liderazgo comunitario. Esto se suma a su vinculación con otras expresiones culturales, principalmente en el ámbito de las artes y oficios tradicionales artesanales, como los implicados en la elaboración de la corona de espinas y de la cruz que utiliza el personaje de Jesús, así como la orfebrería en latón que se usa para la manufactura de diversos utensilios y ornamentos que son empleados tanto por los personajes como en la escenografía y ambientación. La visibilización y puesta en valor de la importancia de estos elementos para la Representación, sin duda contribuyen al fortalecimiento y preservación de dichas técnicas.
Bibliografía
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Acuña, René (ed.), Relaciones Geográficas del siglo XVI, IIA-UNAM, 1984, México.
Anónimo, Un drama bíblico revivido en Ixtapalapa, en Revista Nacional de Turismo, México, 1964, Asociación Mexicana de Turismo, año II, junio, núm. 9, pp. 64-66.
Domingo de Ramos en Iztapalapa, en Excélsior, México, 1976, año LIX, t. II, 2 de abril, núm. 21551, pp. 1b y 2b, fotografías.
Cien mil espectadores del Viacrucis, en Iztapalapa, en Excélsior, México, 1976, año LIX, t. II, 17 de abril, núm. 21556, pp. 1b y 2b, fotografías.
Ávila López, Raúl, Chinampas de Iztapalapa, D. F., México, INAH, 184 pp., tbls., figs., fts. (Col. Científica, 225). 1991
Las zonas suburbanas de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México. 1966
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Cien mil espectadores del Viacrucis, en Iztapalapa, en Excélsior, México, 1976, año LIX, t. II, 17 de abril, núm. 21556, pp. 1b y 2b, fotografías.
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Las zonas suburbanas de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México. 1966
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Fecha de última modificación: 14 de marzo del 2024, 15:32
Información proporcionada por:
Red Nacional de Información Cultural
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