El material que ha sido descubierto en su mayoría forma parte de ofrendas mortuorias. Por el tipo de cerámica y el estilo de las esculturas, se ha podido identificar una presencia desde el Preclásico hasta el Postclásico. Algunas de las figurillas halladas indican que su ocupación se remonta al Formativo, en un periodo fechado entre los años 800 y 200 a.C., pues son muy parecidas a las elaboradas en Tlapacoya y Tlatilco; algunas de ellas, muy peculiares, representan mujeres embarazadas. Otras, de arcilla, son similares a las descubiertas en las fases Teotihuacan III y IV (500 y 750 d.C.) e indican que la ocupación continuaba en el Clásico.

Gran parte de estos objetos fueron encontrados en las capas más profundas del juego de Pelota. Al Epiclásico pertenecen las principales piezas que se exhiben en el museo, como son las esculturas antropomorfas de brazos cruzados, las máscaras de barro con una especie de antifaz, el anillo de piedra del Juego de Pelota (tlachmalacatl) y los discos labrados en piedra con la imagen de la dualidad serpentina en el centro. A este periodo corresponde el Recinto de las Esculturas, donde se observan dos estelas antropomorfas talladas en piedra verde y empotrada en el suelo. La “maqueta”, suponen los arqueólogos, también pertenece a esta etapa. Durante el Postclásico temprano (900 a 1200 d.C.), San Miguel Ixtapan seguía ocupado y sus edificios fueron continuamente modificados.

Durante esta época la influencia de la cultura del Balsas es cada vez más fuerte, lo que se puede apreciar por la gran cantidad de cerámica que demuestra la similitud en los estilos. Algunas vasijas son idénticas a las encontradas en la presa del Caracol, junto a Arcelia, Guerrero. Es notorio el fuerte intercambio cultural que existió entre las culturas de Guerrero y Michoacán y las del sur de lo que ahora es el Estado de México, aunque también se nota la influencia de los matlatzincas.

En el Postclásico tardío la región fue ocupada por los mexicas, quienes impusieron tributo o conformaron alianzas en las fuerzas contra los purépechas. La actividad constructiva es muy pobre, sin embargo a este periodo corresponden algunos de los entierros con fastuosas ofrendas. Cuentas de concha, collares y agujas de cobre, orejeras y bezotes de obsidiana, remates de lanza dardos y numerosas vasijas acompañaron a los muertos en su viaje al inframundo. Muchos de estos objetos se han conservado perfectamente y se pueden apreciar en las diversas vitrinas del museo.

14 de diciembre de 1994