La alimentación es uno de los campos culturales con mayor dinamismo en la sociedad mexicana y tal vez lo sea también en el mundo. Incluso en ciudades pequeñas del país -como Colima-, se ha observado un conjunto de fenómenos novedosos. En las familias cada vez se recurre más a la compra de alimentos preparados en las cocinas económicas para consumirlos en casa; el abasto de la despensa se puede hacer en los grandes centros comerciales donde la oferta es muy variada; no faltan los productos agrícolas que buscan alternativas agroecológicas ante el agotamiento del ambiente y las nuevas oportunidades comerciales; con frecuencia semanal se acude a fondas, restaurantes o puestos callejeros; las cocinas domésticas -en su espacio y equipo- difieren notablemente de las de hace medio siglo, y las mujeres atienden con prisa sus labores de cocina, que también se han simplificado.