Sobre la calle 16 de Septiembre, se conserva todavía el antiguo convento de monjas capuchinas de la Orden del Seráfico Padre. La fachada principal está presidida por un pequeño atrio, cercado con lambrín revestido de tabique y columnas de cantera que sostienen un enrejado. Con excepción de las dos que dan soporte a la reja de entrada, las demás están parcialmente destruidas por sus capiteles. En el atrio a mano derecha, hay un marco de cantera rectangular -con el escudo franciscano en la clave- que comunicaba a la portería del convento anexo.

El templo se dedicó el 17 de agosto de 1703 y se consagró, por el obispo auxiliar don Miguel Anselmo de Abreu y Valdéz, el 27 de septiembre de 1761. La iglesia se describe como una de las mejores adornadas de la ciudad, con el retablo principal hasta la bóveda, todo tallado y dorado, al igual que otros cuatro en los muros del templo, particularizando el dedicado el dedicado a una bella pintura de Nuestra Señora de la Luz y otro, a un escultura de San Joaquín de manos de Josef de Cora, colocados ambos del lado de la epístola.